El secreto de la santidad y el crecimiento en la santidad es el crecimiento en la virtud y evitar el vicio, es decir, hacer lo que agrada a Dios y evitar lo que le desagrada. Un medio necesario para ello es la auto-conciencia y una vida examinada. Con este fin, la práctica de un “examen de conciencia” es de gran ayuda. Durante el próximo año, compartiré un examen muy bueno y completo tomado principalmente de Examen de Conciencia para Adultos: Un Examen Completo de Conciencia Basado en Doce Virtudes para los Doce Meses del Año, por el Rev. Donald Miller, C.Ss .R. Es una fuente de sabiduría probada y verdadera para quienes buscan profundizar su relación con Dios. Espero que lo disfruten y que, de hecho, los acerque más a nuestro misericordioso y amoroso Señor.
El autoexamen siempre se ha considerado un medio necesario para progresar en la virtud. Todas las órdenes religiosas y congregaciones tienen disposiciones en sus reglas para al menos un examen de conciencia diario. Siendo la práctica también es necesaria para los laicos, se les han ofrecido pocos folletos en los que se pueda realizar un examen de conciencia sistemático en momentos determinados. Se pueden encontrar listas de pecados en libros de oraciones y folletos, pero con frecuencia no están completas, o no hacen distinciones claras entre el pecado mortal y venial, o no hacen referencia a las ayudas y consejos que pueden fortalecer la virtud y prevenir el pecado.
El objeto de este examen es iniciar a los laicos en la práctica de concentrar sus esfuerzos de autoperfección en una virtud al mes. Proporciona una lista bastante completa de los pecados mortales que deben evitarse, de los pecados veniales que deben corregirse y de las ayudas y consejos que pueden practicarse. Para cada mes se da una breve explicación de la virtud a practicar, se sugiere una aspiración para uso frecuente y se agrega una oración que contiene dolor por el pasado y resolución para el futuro.
La división de las obligaciones de la vida cristiana en doce virtudes no puede hacerse sin algún grado de disposición arbitraria del material. Habrá superposición, alguna repetición y no siempre una inclusión estrictamente lógica de preguntas bajo un encabezado determinado. Se ha tenido en cuenta el propósito práctico más que el teórico; Se ha hecho un esfuerzo por traer a cada mes recordatorios de algunas de las obligaciones fundamentales que todo cristiano tiene, ya que estas pueden estar relacionadas con virtudes determinadas.
Se debe dar una advertencia a las almas inclinadas a la escrupulosidad. Tales almas se perturban con frecuencia al leer listas de pecados, porque erróneamente se creen culpables, cuando no lo son en absoluto. Deben tener permiso de su confesor antes de comprometerse a hacer un minucioso examen de conciencia, y en toda duda deben obedecer estricatamente a su confesor. Aparte de lo escrupuloso, algunas personas pueden encontrar dudas que surgen de ciertas preguntas porque circunstancias no mencionadas pueden confundir temas particulares. Debe recordarse en todo momento que no se comete un pecado mortal a menos que estén presentes tres condiciones: reflexión suficiente, pleno consentimiento de la voluntad y una violación de la ley de Dios en un asunto grave. Los pecados mortales enumerados representan solo un asunto objetivamente serio; si en un caso particular faltara una o ambas de las otras condiciones necesarias para la comisión de un pecado mortal, no se incurriría en la culpa. En caso de duda prudente, se debe pedir una solución a un confesor.
Se recomienda que una vez a la semana durante cada mes, el examen de ese mes se lea con atención y atención. En algunas ocasiones, es mejor hacerlo antes de la confesión. La oración de aspiración del mes debe decirse con frecuencia todos los días.
Primera Virtud—La Fe
La fe es la virtud teológica, infundida por Dios, por la cual asentimos firmemente a todas las verdades que Dios ha revelado a la humanidad porque Dios no puede engañar ni ser engañado. La fe es el fundamento de toda justificación, el principio de toda virtud sobrenatural, el punto de partida de la santificación y la perfección. “Sin fe es imposible agradar a Dios.”
Si bien la fe es infundida como un don gratuito por Dios, no obstante se da en estricta conformidad con la naturaleza del hombre, y después de que se ha dado, requiere una cooperación inteligente para que no se debilite o se pierda. Esta cooperación significa tres cosas:
1. Todo Católico debe orar por la preservación y el aumento de su fe. Por lo general, la oración es necesaria para obtener cualquier gracia de Dios; Dado que la fe es la gracia más grande, quien la ha recibido debe orar durante toda la vida por la perseverancia y el fortalecimiento de su fe.
2. Todo Católico debe esforzarse por ser fiel a las obligaciones impuestas por la fe. Ofender a Dios deliberada y repetidamente es correr el riesgo de encontrar algún día que la fe se ha perdido por no cooperar con la gracia de Dios.
3. Todo Católico debe usar su mente tanto para comprender los motivos para creer en la palabra de Dios, que son perfectamente satisfactorios a la razón humana, como para conocer las verdades reveladas por la fe, en las que no se encuentra nada contradictorio, nada inconsistente, nada intelectualmente increíble. En el lado negativo, esto significa que todo Católico está obligado a protegerse, en la medida de lo posible, de toda influencia que pudiera resultar peligrosa para su fe.
Por lo tanto, todos los pecados contra la fe se centran en la negación de la fe de uno, o el descuido de los medios para preservarla y aumentarla, o la entrada deliberada en ocasiones que podrían destruirla.
I. Pecados Mortales
1. ¿He negado que soy Católico o he expresado abiertamente mi incredulidad en alguna doctrina de la fe Católica?
2. ¿Me he afiliado, aunque sea por poco tiempo, a una secta o cuerpo religioso no-Católico?
3. ¿He sugerido o alentado dudas sobre la fe Católica en la mente de otros?
4. ¿He expresado seriamente la opinión de que todas las religiones son igualmente buenas o igualmente verdaderas o igualmente agradables a Dios?
5. ¿He descuidado resolver, mediante la lectura, el estudio, la consulta, etc., serias dudas acerca de mi fe, cuando tal negligencia evidentemente me llevaba a perder la fe?
6. ¿He leído, guardado o dado a otros, sin el permiso necesario, libros, como Biblias protestantes, libros en el Índice de Publicaciones Prohibidas, libros que pretenden o profesan refutar la verdad de la fe Católica o que profesan probar la verdad de una religión contraria a mi fe?
7. ¿Me he asociado, sin una razón seria, con personas que intentaron destruir mi fe?
8. ¿He asistido a reuniones o escuchado discursos o sermones que sabía que destruirían o debilitarían seriamente mi fe?
9. ¿Me he unido a una sociedad secreta prohibida por las leyes de la Iglesia, como los Masones, los Oddfellows, etc.?
10. ¿He participado, sin una razón seria, en un servicio religioso de la iglesia protestante?
11. ¿He contribuido al avance de una secta o movimiento religioso no-Católico?
12. ¿He consultado a un/a adivino/a o brojo/a con la creencia de que podría aprender o afectar algo sobre el futuro, o he hecho que otros piensen que podría predecir su futuro cuando sabía que no había un medio natural adecuado para hacerlo?
13. ¿He asistido a una sesión espiritista o practicado brujeria?
14. ¿He planeado casarme, o realmente pretendí entrar en el estado de matrimonio, ante un ministro, un juez o un magistrado civil? ¿He aprobado (directa o indirectamente) que otros Católicos hagan esto o les he enfrentado cuando lo hicieron? ¿Me he preocupado de informarme sobre lo que enseña la Iglesia con respecto al matrimonio?
15. ¿He tomado medidas para salvaguardar la fe de mis hijos? ¿Me he asegurado de que estén recibiendo o hayan recibido una sólida educación Católica, ya sea en escuelas Católicas o en Programas de Educación Religiosa Parroquial? ¿Me he dado cuenta de que soy el principal educador en la fe de mis hijos tanto con la palabra como con el ejemplo?
II. Pecados Veniales
1. ¿He sido irreverente en la iglesia y ante el Santísimo Sacramento?
2. ¿He molestado y distraído a otros en sus oraciones y devociones?
3. ¿He impedido que otros recen o hagan devociones por alguna razón egoísta?
4. ¿He evitado cuidadosamente dar alguna señal de que era Católico porque podría haber sido objeto de alguna burla si lo hubiera hecho?
5. ¿He leído libros y revistas que podrían considerarse peligrosos, aunque no estén estrictamente prohibidos, por ejemplo, libros que ofrecen visiones falsas y mundanas de la vida, novelas lujuriosas y estériles de cualquier principio moral?
6. ¿He hecho pocas veces, si es que alguna vez, un acto de fe explícito?
7. ¿He tardado en tratar de desterrar o superar las dudas contra la fe?
8. ¿He sido descuidado y poco entusiasta al enseñar a mis hijos a amar su fe y hacer actos de fe?
9. ¿He desaprovechado deliberadamente oportunidades directas de informar a otros acerca de la fe Católica al desviarme de mi camino para evitar hablar de ella?
10. ¿He aceptado la voluntad de Dios y he creído firmemente en su Providencia en los dolores de la vida?
11. ¿He sido irreverente en el uso de los Sacramentales, como el Agua Bendita, el Rosario, las imágenes benditas, la Señal de la Cruz, etc.?
III. Ayudas y Consejos
1. ¿Le he dado gracias a Dios frecuentemente por mi fe?
2. ¿He orado por una fe más fuerte todos los días?
3. ¿He comprado o tomado prestados libros que podrían iluminarme más sobre mi fe?
4. ¿He leído algún periódico o revista Católica para conocer mejor mi fe?
5. ¿He pensado en las importantes verdades de la fe: muerte, juicio, cielo, infierno?
6. ¿Me he quitado el sombrero o he inclinado la cabeza al pasar por una iglesia Católica?
7. ¿He tratado a los sacerdotes, como representantes de Cristo, al interactuar o hablar con ellos o sobre ellos?
8. ¿He visitado el Santísimo Sacramento cuando se presentaron oportunidades?
9. ¿He sacrificado algún tiempo o mi interés personal para asistir a devociones o sermones no obligatorios?
10. ¿He invitado a personas que no son Católicas a asistir conmigo a un servicio Católico o a leer literatura Católica?
11. ¿He colocado signos de mi fe en mi hogar, como un crucifijo, imágenes de la Santísima Madre o de los santos?
12. ¿He llevado un Rosario o una medalla, o he tenido algo en mi persona que demuestre mi fe?
13. ¿He contribuido con oraciones, servicios o dinero a organizaciones misioneras Católicas o trabajadores para la difusión de la fe?
14. ¿He tratado de ver en otros, no sus faltas y pecados, sino la imagen de Dios y las almas por las cuales Él derramó Su Sangre?
15. ¿He intentado todos los días recordar a intervalos establecidos la presencia de Dios cerca de mí y dentro de mí?
16. ¿Me he dado cuenta, después de un pecado grave, de que mientras ese pecado permaneciera en mi alma, yo sere un enemigo de Dios y mereceria ser condenado al infierno?
17. ¿He hecho uso frecuente y devoto de los Sacramentos de la Confesión y la Sagrada Comunión?
Oración de “Aspiración”: ¡Señor, aumenta nuestra fe!
Oración: Señor Jesucristo, el que Te sigue no anda en tinieblas. Recuerda que soy uno de aquellos a quienes les has dicho: “Tú eres la luz del mundo”. Recuerda que ya no debo vivir de mí mismo, sino que Tú debes vivir en mí. Esto es imposible a menos que primero crea todo lo que Tú has revelado. Por tanto, no permitas que la locura humana oscurezca mi mente y me convierta en un ciego guiando a otro ciego. Concédeme una fe fuerte para que nunca deje de pensar, hablar y actuar de acuerdo a Ti y a Tu santo Evangelio. Que crea firmemente con una fe explícita y perfecta; que reconozca la presencia de Dios en todas partes; que nunca olvide, Jesús mío, tu amor; que tenga siempre presente el misterio de tu Encarnación y la vida y los sufrimientos, la gracia inefable de tus sacramentos, la necesidad que tengo de la unión contigo, la necesidad de la ayuda de María mi Madre, la importancia de la oración, el valor de humildad, la fuerza y sabiduría de tu cruz y el propósito de mi vida por el tiempo y la eternidad. Haz que mi fe sea tan firme como para no ser movida por los impulsos de la naturaleza humana caída; tan brillante como para no ser oscurecido por la fascinación de las cosas sin valor; tan simple que pueda creer con una fe ciega y obediente; tan eficaz que pueda pensar y hablar según lo que creo; tan fuerte que pueda resistir toda tentación del maligno. Por intercesión de la Santísima Virgen María y de todos mis santos patronos concede estos, mis pedidos. Amén.
“Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”.
Romanos 10: 9
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